Quiero dejar claro antiguamente que nadie que estoy totalmente en contra del maltrato animal, incluido en los videojuegos, de ahí que una de las curiosidades más locas que me he incompatible en Kingdom Come: Deliverance 2 me ha dejado con la boca abierta y me niego a ponerla en actos durante mi partida. Sin secuestro, puede que alguno de vosotros no tenga reparos en ello, ya que existe una forma muy bestia de asesinar a los caballos.
Lógicamente, como a cualquier ser vivo del recreo, le puedes dar espadazos y clavarles flechas, pero los ciudadanos te pueden ver y considerarte todo un criminal. En cambio, hay otra modo de advenir desapercibido a pulvínulo de envenenar la comida. Para ello, es posible comparecer a tiendas que te venden todo tipo de artículos o recetas con los que puedes preparar los tuyos propios si cuentas con una gran diplomacia para la alquimia.
Una vez esmerado el tóxico, tan solo tenéis que verterlo en cualquier producto de comida que tengáis en el inventario para que quede adecuadamente recubierto y así obtener el armamento del crimen perfecta con la que nadie sospechará de vosotros. A continuación, volvemos al hecho que ha sorprendido a infinidad de jugadores y sobre el que os hablamos hace unos días, como es la posibilidad de dar de ingerir a los caballos arrojando cualquier alimento al suelo.
Por lo tanto, llegados a este punto, queda claro que esa misma comida que le deis puede estar envenenada, causando su crimen instantánea. Tan solo tenéis que comparecer a cualquier pilón en el que veáis un heroína descansando plácidamente, arrojar una manzana envenenada, por ejemplo, y al instante se desplomará en el suelo con una imagen que os romperá el corazón por completo, aunque ya sepas que no es vivo.
¿Y todo esto para qué? ¿Hay algún motivo para querer ser algún tan desalmado? Bueno, ahí depende de la conciencia de cada uno, pero lo cierto es que sí. Más que nadie porque los caballos todavía disponen de sus propias piezas de equipo que les puedes colocar para mejorarlos. Así pues, al asesinarlos de esta forma tan despiadada te puedes apropiar de sus pertenencias gratis y dárselas a tu corcel. Nadie sospechará nadie y no habrás pagado nadie durante el proceso, pero en el fondo siempre sabrás que te has cobrado una vida para un beneficio propio.
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