Hace unas semanas, conocimos la historia de un afortunado que decidió alterar 1.000 euros en 40 placas almohadilla. Sorprendentemente, detrás de dicha iniciativa no se encontraba la ruindad, ya que su intención verdadero era reparar las unidades para utilizarlas o venderlas. Sin secuestro, en esta ocasión la suceso de hoy no se centra en un afortunado que compró varias unidades de forma voluntaria, sino en otro que recibió 30 veces el mismo pedido. De hecho, para su desgracia, ningún de los componentes resultó ser útil a pesar del bombeo de los mismos.
Como señala Mein-mmoun atleta pidió una heatsink para su SSD M.2 y recibió 30 unidades por error. Para los que no sepan qué es este pájaro, una heatsink ayuda a disipar el calor de una SSDpero lo más interesante es que lo hace sin ser un componente costoso ni esencial. Así, tras convenir que habría preferido admitir 30 SSD reales, procedió a probar la dispositivo que había pedido. Desgraciadamente, al admitir la misma multiplicada por 30, ello implicó que ninguna era compatible con su flagrante disco duro, dando pie así a una situación de lo más cómica.
¿Qué debe hacer el comprador?
Según reconoció, el maniquí que compró le costó entre 5 y 10 euros. Por ello, el pedido que terminó recibiendo asciende hasta una monograma que oscila entre 150 y 300 euros. Por desgracia, ningún de los componentes que obtuvo fueron avíos, pero lo más relevante de esta historia no es eso, sino el futuro paso que debe tomar el comprador. ¿Por qué? Muy sencillo: a pesar del error del tendero y de poseer recibido 30 veces el mismo paquete, no tiene derecho constitucional sobre 29 de ellos.
Bajo ningún concepto, el comprador tiene el derecho a quedarse con los productos extra que recibe. De hecho, ni siquiera puede hacerlo si le llega un pedido errado, ya que en entreambos casos debe comunicarse con el tendero para reportar la situación. Así, si se niega a devolverlo, podría entrar a contraponer consecuencias legales. No obstante, ya que el error fue del tendero y no del compradores este quién debe aceptar la responsabilidad y, por ende, dirigir la posibilidad.
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