El encaje que demostró que el gran Ocarina of Time podía tener un digno sucesor: 25 abriles de Zelda Majora's Mask

Parecía inalcanzable hacer honor a uno de los mejores videojuegos de la historia, pero Nintendo hizo nigromancia negra con una secuela rompedora.
El avance de La inscripción de Zelda: la máscara de Majora para Nintendo 64 fue todo un logro y un ejemplo digno de estudio. Fue planteado prácticamente como un lucha, no solamente por tratar de hacer sombra al gran La inscripción de Zelda: Ocarina of Time que apareció hace tan solo unos abriles, sino por suponer poco nuevo y que al mismo tiempo aprovechara la pulvínulo técnica y jugable de aquel título. Shigeru Miyamoto así se lo propuso a Eiji aonumaque estaba deseoso de demostrar su talento como director.
Máscara de Majora se diseño en un tiempo récord, menos de dos abrilesgracias al reciclaje de muchos de los materiales usados para Ocarina del tiempo. Pero estaba lejísimos de ser una copia… De hecho, fue una secuela radicalmente diferente. Se trabajó sobre una interesante idea propuesta por Yoshiaki Koizumiconsistente en un ciclo semanal que se repetía. Este esquema se simplificó finalmente al icónico caracolillo de tres díasde forma que los usuarios pudieran recapacitar mejor todo lo que iba ocurriendo.

Zelda y la carrera contra el tiempo

El tema central, consistente en que una malvada vitral cayendo del firmamento, asimismo se debe a Koizumi, que tuvo un papel central en la construcción de un argumento más ambiguo y triste que el que vimos en Ocarina, destacando la misteriosa figura de Escuincle de cráneo. En particular, Majora comenzaba de una guisa casi terrorífica, con Link despojado de su forma humana y condenado a existir en un ciclo sin fin hasta evitar el fin del mundo. Volvía a ser el héroe, aunque en un enclave, Términaque era poco así como una dimensión paralela de Hyrule.
Zelda: la máscara de Majora
Una pradera, una zona pantanosa, unos montes nevados, un rancho, las catacumbas… El carta del encaje no tenía carencia que envidiar en cuanto a dimensiones al de Zelda: Ocarina of Timeesta vez con un resistente vigor en Ciudad Temporalizador, un espacio especialmente interesante por cómo la vida cambiaba dependiendo de la hora del día. Los personajes no siempre estaban en los mismos lugares, las tiendas abrían y cerraban, adicionalmente de que determinados eventos ocurrían solo en ciertas circunstancias. El ciclo del encaje tenía sentido gracias a esta ciudad, y era lo que obligaba a retornar en el tiempo una y otra vez.
A este respecto, la ocarina del tiempo volvía a tener protagonismoy se rescataba desde la susodicho entrega para precisamente movernos a través de dicho ciclo, volviendo al primer día o ralentizando el discurso horario si queríamos. Retar con el tiempo era crucial en una dinámica que podía consumir volviéndose poco pesada, pero que suponía un concepto único, en que debíamos usar la experiencia acumulada para completar misiones, lograr a mazmorras y resolver diversos puzles.
Zelda: la máscara de Majora
Todo lo que significaba Zelda seguía representado aquí, pero desde una renovada y sorprendente perspectiva. Esto se maximizaba aún más con la incorporación de las máscaras como factor jugable. En Ocarina del tiempo significan una quest opcional, pero en Máscara de Majora se convirtieron en una dinámica central. Podíamos equiparnos con la máscara de un Goron para comprar su fuerza, o con la de un Zora para nadar. Esto daba espacio a una jugabilidad profundísima, con el planteamiento de varios desafíos a resolver.
Todo lo demás era muy parecido a como lo recordaban los usuarios de Ocarina, aquí con un apartado técnico mejorado gracias al uso obligatorio del Expansión pak de Nintendo 64. Este periférico permitía obtener texturas de decano calidad, mejores distancias de dibujado y un número más elevado de rudimentos en pantalla (poco fundamental para conseguir que Ciudad Temporalizador contuviese tantos personajes y pareciese un espacio tan vivo).
Zelda: la máscara de Majora
El apartado musical asimismo brilló a su guisa, rescatando temas de Ocarina, pero incorporando nuevas composiciones de la mano del gran Koji Kondo, quien definió el estilo como el de «una ópera china». Si afináis el audición, la definición es acertadísima, adicionalmente de que el tema principal tenía el detalle de que se aceleraba a medida que transcurrían los días, instándonos a acelerar en nuestra saga por exceptuar Términa de la inminente caída falta.
La recibimiento de Zelda: la máscara de Majora fue muy buena, destacando cómo Nintendo había aplicado los medios de Zelda: Ocarina of Time para centrarse en crear un contenido completamente nuevo, con un concepto radicalmente renovador. Era una secuela sofisticada, madura y que creció al mismo tiempo que lo hacían los jugadores. De hecho, con el paso de los abriles se apreciaba aún más la obra de Nintendo, convirtiéndose en uno de los juegos más queridos por la comunidad.
Zelda: la máscara de Majora
La inscripción de Zelda: la máscara de Majora apareció en Gamecube en un disco promocional, en Wii y Wii U a través de la Consola Aparente, pero lo mejor es que tuvo un remake en Nintendo 3DS que mejoró los gráficos originales para darles el huella estereoscópico por el que destacó la consola. Desde entonces, no hemos tenido más informativo sobre el título, aunque seguro que en los fans sigue muy vivo su retentiva. ¿Te gustaría que el encaje volviese de alguna guisa? ¿Cómo lo viviste? ¿Qué destacas más del videojuego?
El juego que demostró que el gran Ocarina of Time podía tener un digno sucesor: 25 años de Zelda Majora's Mask

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