A pesar de que en las épocas más recientes Charles Xavier ha desidioso por completo su apero de ruedas, lo cierto es que la imagen del líder de los X-Men está fuertemente vinculada con su discapacidad. El mutante posee poderes mentales descomunales, pero sufre la condición de que sus piernas no responden y le resulta inútil caminar.
Así lo vimos desde los inicios en el mundo de los cómics, así se le ha adaptado en las diferentes versiones animadas y en el cine y lo mismo se puede sostener de los videojuegos. Sencillamente se da por hecho de Xavier siempre ha estado adherido a la apero, pero lo cierto es que todo se originó oportuno a un peligroso enfrentamiento.
Marvel nos dio un pequeño aperitivo de lo sucedido en Uncanny X-Men #9número en el que apareció Luzbel, un foráneo que guardaba una vieja rivalidad con el Profesor X. Xavier desveló que fue él quien tuvo la incumplimiento de dejarlo parapléjico, pero que esa historia debía ser reservada para más delante. Finalmente, Roy Thomas y Jay Gavin, con supervisión de Stan Lee, se lanzaron a relatarla en Uncanny X-Men #20.
Primaveras ayer del manifestación de las aventuras de los X-Men, Xavier se acercó hasta el Tíbet tras escuchar relatos acerca de una misteriosa ciudad amurallada. Allí se encontró con una población locorregional totalmente sometida mentalmente por la tecnología de Luzbel, el cual fue rápidamente desenmascarado por el mutante. Con el fin de frustrar sus planes de conquista de la Tierra, el héroe entró en su abrigo y se plantó cara a cara con él.


Sin requisa, Luzbel utilizó una palanca que activó la caída de un enorme agrupación de piedra que Charles escasamente pudo esquivar. Sí que se pudo mover lo suficiente como para evitar su homicidio, pero sus piernas recibieron el impacto y aquello fue lo que produjo la pérdida de movilidad que ha resultado tan icónica.
Por supuesto, Charles Xavier se ha subido en varias ocasiones de su apero de ruedas gracias a circunstancias especiales y en numerosos flashbacks lo hemos podido ver en aventuras donde se podía desplazar con normalidad. Con todo, un inculto tan poco trascendente fue el responsable de su condición más recordada.
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